Reseña de La mitad de Oscar

Óscar es un guardia de seguridad de 30 años de edad, que debe vigilar una salina bastante abandonada. El protagonista tiene una vida completamente depresiva y monótona. Vive solo, se levanta a la mañana se pone su traje y se va a trabajar. Con su pistola y su banquito se sienta y mira las montañas sin que anda pase. Por el mediodía suele tener la compañía de Miguel, un vieja guardia retirado que siempre llega con su bicicleta y le lleva comida para el almuerzo.

Absolutamente todos los días, al finalizar su jornada laboral, Oscar se cambia de ropa, toma el colectivo y se va a su casa. Cuando llega mira el buzón y revisa su contestador Cada día, cuando termina el turno, Óscar se cambia de ropa, toma el autobús y vuelve a casa. Lo primero que hace es mirar el buzón y revisar su contestador, aunque jamás tiene ni cartas ni mensajes, o al menos eso es lo que siempre espera.

Pero un día esta rutina tan arraigada se rompe repentinamente. Óscar va a la residencia de ancianos donde se encuentra alojado su único familiar, su abuelo, quien padece Alzheimer. Este se puso muy grave de esta enfermedad por lo que es trasladado al hospital. La directora del lugar se lo cuenta y le dice también que dieron aviso a su hermana. Lo curiosos es que Oscar no sabe nada de su hermana hace dos años, y ni siquiera tenía conocimiento que en la residencia tenían su número telefónico.

Tan solo dos días más tarde llega su hermana María a Almería, con su novio, un francés llamado Jean, del que Oscar nunca había oído hablar siquiera. La relación entre los hermanos es tensa, sin duda un secreto del pasado espera para ser descubierto.

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