Con la muerte en los talones

hitchcock_north_by_northwest4.jpg

Éste es un buen momento para recordar un gran clásico, ahora que los clásicos parecen estar cayendo en el olvido. El maestro Hitchcock realizó Con la muerte en los talones en 1959, repitiendo con uno de sus actores fetiche, el glamuroso Cary Grant, y trabajando por primera vez con la rubia Eve Marie Saint. Los enredó a los dos en una trama de espionaje de más de dos horas de duración cuyo resultado es una divertida historia que se convirtió en un clásico por méritos propios.

Un neoyorquino de mediana edad (Cary Grant) de vida sencilla que se dedica a la publicidad es confundido por un grupo de espías con un agente del gobierno. A partir de esta fortuita confusión, el hombre tiene que arreglárselas para escapar de estos matones, que hacen malabares para acabar con él.

Pasa de la vida más o menos tranquila en La Gran Manzana a un torbellino de viajes por los Estados Unidos y un no menor número de descubrimientos desconcertantes que le llevan a desentrañar la trama de que ha sido víctima. El FBI se inventa la existencia de un agente del gobierno (un hombre que se aloja en habitaciones de hotel, pide que le planchen los trajes y tiene el armario lleno de ellos, pero a quien nadie en realidad ve) para despistar a los espías, y Roger Thornhill (Grant) adquiere su personalidad y empieza a actuar sin saberlo como si fuera él el agente, y éste es el pistoletazo de salida del filme.

La trama es un tanto enrevesada (como le gustan a Hitchcock) y está llena de sorpresas. Pero sobre todo está llena de humor, un humor de estilo cínico, como de vuelta de todo. Ya las primeras escenas hacen reír. Nos presentan a Thornhill como un hombre elegantemente vestido que no tiene reparo en arrebatar el taxi a una pareja que llevaba un rato esperando y tiene una agenda apretada que ajusta con su bendita secretaria.

En seguida su personalidad queda descrita como la de un hombre pícaro e inteligente (no en vano se dedica a la publicidad) que tiene recursos para todo. Le secuestran los matones en un coche y su conversación con ellos es una ristra de frases ingeniosas que no han perdido la frescura en los casi 50 años transcurridos desde la producción del filme.

La vis cómica de Cary Grant es versátil. Lo mismo puede utilizar su rostro que su cuerpo para hacer reír, y lo hace con estilo. Viendo al actor actual George Clooney en papeles cómicos, como por ejemplo Crueldad intolerable, uno recuerda irremediablemente a Grant. En comedia sus gestos y movimientos son muy parecidos; Clooney es el heredero de Grant en la pantalla. Eve Marie Saint no participa en la misma medida de la comicidad del filme, pues no tiene talento para ello, pero sí tiene algunas frases memorables.

Éstas mismas son las que llevaron a los censores franquistas a despedazar el filme por considerarlo poco ortodoxo con la moral cristiana. Poco después de conocerse, la pareja se besa tiernamente en el camarote de ella en el tren, y la conversación, a pesar de la época de la película, es de lo más mordaz y sugerente, un diálogo brillantemente elaborado por los guionistas. En la versión completa en castellano, ésta y otras escenas cortadas se añadieron con un doblaje distinto al original, bastante peor.

Eve Marie Saint es la estrella femenina del filme. Figura recurrente en el cine de Hitchcock, viste y peina muy elegantemente y tiene modales refinados. Es rubia pero inteligente, y se enamora, como no podía ser menos, del protagonista masculino. Es un amor que encuentra obstáculos en sus comienzos, pero que acaba consolidándose.

Cerca del final del filme ella le pregunta a él qué fue lo que pasó en sus anteriores matrimonios, y él dice que sus dos esposas se divorciaron de él por llevar una vida demasiado aburrida. Esto después de dos horas de ajetreo continuo escapando de la muerte por los pelos (con la muerte en los talones, como muy bien indica el título en español del filme).

Éste es definitivamente un clásico que merece visión, o revisión. ¡Cuántos filmes de hoy no tienen ni la mitad de encanto y buen hacer! Se pasan dos horas entretenidísimas intentando desentrañar la trama casi al mismo tiempo que los protagonistas, encajando las piezas de tanto desconcierto.

De hecho, una única visión puede no ser suficiente para entender bien el filme, en cuanto a la intriga de espionaje se refiere. Los diálogos mordaces y con chispa se entienden bien a la primera, pero bien merecen una segunda y tercera revisión, por si se ha escapado algo a las entendederas, y para disfrutarlos una vez más.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *